Palabras que trato de cambiar

Debido a mi trabajo actual he tenido la oportunidad de interactuar con personas de varios países y culturas más allá de la relación que solía tener anteriormente de visitante o turista, esto me ha hecho descubrir que hay conceptos o palabras que no se pueden traducir o incluso interpretar, y que tienen un contexto cultural más allá del significado literal de la palabra, me he hecho más conciente del uso de las palabras y me he encontrado con descubrimientos interesantes en el camino.

Uno de los conceptos que más me marcaron en mis estudios universitarios de psicología fue entender que nuestros pensamientos están definidos, en la mayor parte, por las palabras que conocemos y utilizamos, por el idioma que hablamos.

Ahora, tal vez por el trabajo o por la edad, suelo considerar mejor las palabras que utilizo y he descubierto que hay tres palabras que son comunes en el español mexicano que no me gustan; tal vez por el contexto de su origen e incorporación al idioma o porque tienen una carga que implica el sometimiento cultural que marcó la historia de mi país en su origen como nación moderna: la conquista, la independencia y la revolución mexicana.

De nada
Perdón
Mande


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De nada

Cuando nos agradecen algo la respuesta automática que estamos acostumbrados a dar es “de nada”, como si nuestro esfuerzo, tiempo o talento empleado no tuviera valor o algo peor: nosotros le quitamos el valor al dar esta respuesta.

Tal vez es mejor utilizar como respuesta “un gusto” o “lo hago con gusto” o incluso “fue un placer ayudarte”, algo que reconozca que si bien implicó un esfuerzo o tiempo de nuestra parte no fue una molestia hacerlo.


Perdón

¿Por qué pedimos “perdón” antes de pedir algo o hacer una pregunta? Como si hacerlo fuera algo malo que merece ser perdonado por una autoridad o personalidad suprema. Creo que en la mayoría de ocasiones no es necesario usar la palabra “perdón” si perdimos la cosas con cordialidad y respeto, por ejemplo, poniendo el nombre de la persona antes de la petición “Tania, ¿me puedes decir la hora?” o incluso un saludo “Hola ¿me permites pasar?”.

Si en realidad nos apena o sabemos que estamos interrumpiendo o creando una molestia al pedir algo creo que es mejor asumir esa pena anticipadamente, con un “lo siento” por ejemplo: “lo siento, ¿podrías bajar el volumen?”, es algo simple pero que me parece le da valor a nuestras palabras.


Mande

Cuando respondemos a alguien que nos llama estamos acostumbrados a responder “mande” como si esperáramos que la otra persona nos de una orden o instrucción, creo que no es necesario comentar que hay de malo en ello. En cambio podríamos responder cordialmente con un “dime” o incluso un “si”:

— “Oye Víctor”
— “Dime”

En fin, solo quise compartir una reflexión sobre la importancia de las palabras que utilizamos cotidianamente, estas tres en particular las tengo muy ubicadas, seguro hay varias que no estoy incluyendo ¿Alguna que se te ocurra?

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